jueves, 7 de agosto de 2008

Llaves desternillantes

Por fin se publica en nuestro país Lucha Libre, el primer número de uno de los comics más divertidos de los últimos años. Elucubrada por el guionista belga residente en Los Ángeles Thierry “Jerry” Frissen con la colaboración de los dibujantes Bill Déménage, Tanquerelle, Fabien M., Gobi y Witko, la serie nos presenta a the luchadores five, cinco latinos enmascarados con caretas de luchadores de catch mexicano que se dedican a defender East L.A. Y eso a pesar del total convencimiento por parte de sus convecinos de que son unos auténticos pringaos.Impasibles al desánimo, Red Demon, Dr.Pantera, Diablo Loco, King Karateka y Gladiador, líder de tan singular grupo de héroes, van enfrentándose a todo tipo de pandillas que acechan en la zona más peligrosa de la urbe californiana, a saber: hombres lobo especializados en el robo de radiocasetes con pasmosa facilidad para aliviar sus tripas; rednecks en camiseta de tirantes y calzoncillos con una mala hostia tan amenazante como su fúsil semiautomático; un clan de malvados franceses llamado Les Formidables, por otra parte acérrimos fans de Louis de Funes y para rematar la banda de Elvez, el más malvado, un enano latino y mafioso imitador de Elvis. Si a esto le añadimos al par de extraterrestres atrapados en un atasco en la Golden State Freeway que ha provocado un dinosaurio gigante extorsionado, al parecer, para que siembre el caos, podemos hacernos una idea aproximada del delirante argumento de Lucha Libre.

El resultado es un cómic amerimanga de gran calidad, estilísticamente muy cercano a Akira Toriyama (Dr. Slump y Dragon Ball), que te reduce con una llave desternillante de esas que te parten la caja de risa. Encantará tanto a los amantes de las películas de El Santo y Blue Demon.

Matrix lisérgico

Shaolin Cowboy
Geof Darrow
Panini Cómics, 2008
176 páginas – Color
Precio: 14 euros
ISBN: 978-84-96991-66-8

¡Cuidadín qué agarras con esa mano! Tal exclamación que parece sacada de la conversación entre dos novios fogosos es una sentida recomendación a todos los amantes del cómic. Porque el extraño, bizarro y surrealista tebeo sobre el que tratan estas líneas es obra de un autor con la misma fantasía alucinada de podría gastar un humano que acostumbrase a tomar LSD a cucharadas soperas. Vamos que no es digerible para todos los públicos.
Shaolin Cowboy Nº 01: La venganza del Rey Cangrejo y Mr. Excelente (Col. 100% Cult Cómics) recopila los seis primeros álbumes de Shaolin Cowboy, la última serie creada por Geof Darrow, el inigualable maestro de la narración gráfica y gran abanderado junto a Moebius del cómic como medio visual puro. Por desgracia, su obsesión por el detallismo y sus ocupaciones en el mundo del cine - fue uno de los imaginautas de la trilogía de Matrix - han hecho que su producción haya sido escasa aunque no por ello poco interesante, como dan fe sus colaboraciones con Frank Miller (Big Guy and Rusty the Boy Robot y Hard Boiled).
Shaolin Cowboy es, en definitiva, un delirio gráfico donde, como es habitual en Darrow, el guión es secundario. Aunque en honor a la verdad esta vez se ha superado en su desprecio hacia el argumento, La historia (¿?) narra las vicisitudes de un ex-monje shaolín de aspecto amigable que viaja por el desierto a lomos de un burro parlanchín y al que, por una razón u otra, todos quieren ver muerto, lo que da pie a todo tipo de orgías destructivas. Sobre este argumento (¿?) los delirios gráficos son constantes destacando un combate de jujitsu entre un hombre y un cangrejo o una ciudad a lomos de un dinosaurio.

Felis Domina Catus

Puede que sea el calor que enciende como un soplete en estos días de verano; o quiza sea un fetichismo recién descubierto, pero ¡Catwoman te pone! Siempre envuelta en su glamuroso halo de femme fatale a la vieja usanza, la mujer gato ha evolucionado, como si de un encargo de Max Mosley se tratara, hasta convertirse en el perfecto paradigma de vampiresa sexual con traje de cuero, látigo y botas altas.
Catwoman o Selina Kyle, su nombre de andar por casa y por la calle cuando no va dando mamporros, fue creada por Bill Finger y Bob Kane en la primavera de 1940 para la franquicia de Batman en DC Comics. Su posterior éxito provocó que la felina dominante tuviera su serie propia.

Ahora, Planeta DeAgostini ha recopilado, en un único volumen de casi 500 páginas, todas las historias de Catwoman previas a su colección mensual de cinco tomos que han sido escritas por el guionista de cómic norteamericano Ed Brubaker.


Con profusión de tópicos de serie negra - corrupción, drogas, oscuridad, cinismo…- y diálogos fluidos nacidos del manual de un perfecto guionista como Brubaker, las historias recogidas en esta edición integral atrapan tanto al aficionado del cómic de superhéroes, como a aquel otro que siente ciertos reparos hacia las historias de seres aparentemente adictos a los anabolizantes que no cejan en su empeño en salvar el mundo en pijama. Si a esto unimos el gran trabajo de Darwyn Cooke, Brad Rader, Cameron Stewart y Javier Pulido, dibujantes alejados de los estándares del cómic de superhéroes aún sin abominar de ellos, se puede afirmar con rotundidad que la compra de un cómic nunca ha sido una inversión tan buena como esta. ¡Miau!, felina dixit.

Visita al Gran Hermano


Pyongyang
Guy Delisle
Astiberri, 2005
184 páginas – Blanco y negro
Precio: 18 euros
ISBN: 978-84-95825-94-5
www.astiberri.com

Exceptuando V de Vendetta, de Alan Moore y David Lloyd, el ambiente opresivo de la novela de política ficción 1984, de George Orwell, jamás ha estado tan bien representado en el mundo del cómic como en Pyongyang (Astiberri, 2005), una de las mejores novelas gráficas - documentales de los últimos años. Fiel a la línea de otros grandes autores como Joe Sacco, David B. o Carlos Jiménez, el autor canadiense Guy Delisle desentraña con ironía, sarcasmo, melancolía y mala leche en las contradicciones del brutal régimen estalinista impuesto en Corea del Norte, hace 60 años, al más puro estilo del Gran Hermano siempre vigilante por Kim-il Sung y perpetuado por su hijo Kim-Jong Il.
Guy Delisle vivió en Pyongyang, capital de Corea del Norte, durante unos meses trabajando como supervisor de una serie de animación francesa que era realizada en un estudio de animación local – la hipocresía de las tendencias globalizadoras de deslocalización y abaratamiento de costes subsiguiente -, por lo que tuvo una oportunidad inmejorable de describir la vida cotidiana en un país cerrado a cal y canto a los visitantes extranjeros.
Precisamente uno los grandes aciertos del autor québécois reside en la fluidez con la que hace discurrir una historia que borda el arte secuencial al más puro estilo Eisner. En cuanto al dibujo, nos encontramos ante un cómic sin ningún tipo de pretensión estético experimental; un feísmo deliberado parecido al de Maus de Spiegelman. Delisle no toma ningún riesgo; renuncia a cualquier tipo de experimentación en cuanto a encuadres u organización de viñetas, dando una inestimable categoría de reportaje a esta gran obra.

Frikismo yankee

Peter Bagge (Peekskill, Nueva York, 1957), grandísimo autor que ha dado el cómic underground estadounidense, firmó con Studs Kirby una de sus obras más delirantes y divertidas que sería paso previo a la célebre Odio. Recogidas ahora por Ediciones La Cúpula en una edición cuidada y muy económica, estas historias cortas nacidas en plena etapa Reagan de un locutor de radio ultraconservador, alcohólico, colérico y partidario de las armas, entre otras flores, no dejan títere con cabeza en la defensa de los valores de la América profunda. Estos suponen la quintaesencia de un conservadurismo social cuyo absurdo parece haber sido imitado por cierto ‘popular’ locutor nacional nuestro que parece querer recuperar la categoría de ‘reserva católica de Europa’ para este país.

En Studs Kirby, Bagge recogió la herencia de maestros del underground estadounidense como Robert Crumb, Harvey Pekar o Gilbert Shelton. Por ejemplo con Crumb comparte el expresionismo del dibujo y una actitud ligeramente benevolente hacia personajes que no tienen miedo a no caer bien a todo el mundo; con Pekar, el uso de anécdotas mínimas, triviales en apariencia, pero muy reveladoras en el fondo de la complejidad de los personajes. Finalmente, el espíritu de Shelton está presente a través de auténticos freaks como, por ejemplo, el personaje del profesor loco experto en conspiraciones políticas que pudo haber sido diseñado tranquilamente por el genial creador de los Fabulosos Freak Brothers. Por cierto, Studs Kirby gustará mucho a los cinéfilos amantes de El gran Lebowski.

Ni Puta Gracia (Planeta DeAgostini, 2007)













Acostumbrados como estamos a traducciones de títulos, en especial cinematográficos, que parecen la obra de un alucinado, es muy de agradecer encontrarse con una en la que se han bordado los sentidos literal y secundario con primoroso punto de cruz. Ni Puta Gracia es la traducción políticamente incorrecta de Nichtlustig, título original de la obra de Joscha Sauer (Francfort, 1978).

Demasiado incisiva para los que afirman, con toda razón, que la traducción literal sería «Sin gracia», aquellos otros que gozan con el humor surrealista, pleno de negritud, ternura y cierta mala baba, desplegado por el alemán en sus gags de viñeta única – la mayoría -, jalean sin dudar la licencia libertaria del traductor. Incluso Sauer fue el primero en creer que su peculiar sentido del humor jamás iba a ser entendido. Todo cambió cuando su web http://www.nichtlustig.de/ creada en 2000 se convirtió en fenómeno de culto con casi 300.000 visitas diarias.

Son varios los personajes recurrentes que aparecen en los distintos volúmenes de NPG. Los más destacados son los lemmings, esos roedores de la tundra con una curiosa tendencia al suicidio en masa; el Robot asesino NF-700, que cuida niños en una guardería; la pareja de científicos locos Wilson & Picket; el vecino emparedado, la oveja coqueta enamorada de una Muerte que busca clientes con métodos cada vez menos ortodoxos; Yetis, dinosaurios, extraterrestres... Todos ellos, figuras esenciales del universo de Sauer, consiguen equipararle a Gary Larson, creador de la legendaria The Far Side.