La ebullición del mercado editorial de la novela gráfica es incomparable. Bueno, si uno se encontrara como pez sobre una tarima, con una profesora de Ciencias mirándole inquisitoriamente a la jeta, solo y únicamente en ese caso se debería aventurar una respuesta. Entonces, el estado mostrado por el Eyjafjallajokull ['ei.jaˌfjatl.aˌjœ.kʏtl], durante los últimos años no estaría tan alejado. Eso sí, si finalmente se tomase la decisión de nombrar dicho volcán islandés debería hacerse con prudencia y nunca sin haber un otorrino cerca.

Entre los seleccionados se encuentran cómics que narran vidas y sucesos de forma admirable y bien documentada, pero que no renuncian a su carácter novelesco y, en ocasiones, innovador. En esta primera categoría topamos con Carlos Gardel (Libros del zorro rojo), novela gráfica del tándem creativo argentino formado por el guionista José Muñoz y el dibujante Carlos Sampayo, un artista éste cuyo grafismo ha influido decisivamente en el estilo de historietistas como Dave McKean (The Sandman…); Warren Pleece (Deadenders…) o Frank Miller (Batman: Año Uno, Sin City, 300…).


Por su parte, Dublinés (Astiberri), del asturiano Alfonso Zapico, premio autor revelación de 2010 en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona, nos acerca a la vida y obra, a las penurias y grandezas, del escritor y dramaturgo irlandés James Joyce. Una novela gráfica maravillosa que ha precisado más de tres años de trabajo.

Más novelada y fantasiosa es Gauguin (Glénat), donde los franceses Li-An y Laurence Croix presentan la vida aventurera del pintor posimpresionista francés Paul Gauguin cuando en 1891, arruinado y enfermo, se embarca hacia la Polinesia.
En cuanto a realismo y tragedia pocas podrán competir con Chernóbil - La zona (Glénat, 2011). La obra de la ibicenca Natacha Bustos y del catalán Francisco Sánchez describe el accidente en la central nuclear ucraniana y sus consecuencias posteriores a través de la tres generaciones de una misma familia que, junto a muchas otras, se vieron obligadas a abandonar todo cuanto tenían.
Una judía americana perdida en Israel (Norma), de Sarah Glidden son las interesantísimas memorias de su viaje a través de Israel dentro del programa ‘derecho de nacimiento’ que ofrece a todos los judíos del mundo una visita pagada a Israel. Glidden, joven judía americana de izquierdas y favorable a la entrega de territorios por paz, describe su desasosiego al encontrarse con otros aspectos del conflicto israelo-palestino para ella desconocidos.
Un desasosiego comparable al que provoca la lectura del primer volumen recopilatorio de American Splendor (La Cúpula), serie genial donde las haya en la que el ya fallecido guionista de cómics underground Harvey Pekar relató episodios de su vida durante décadas con ayuda de dibujantes del calibre de Robert Crumb, Greg Budgett, Gary Dumm, Gerry Shamray o Kevin Brown.


Ah, y para terminar, Sardina del Espacio 4 (Planeta Junior), un tebeo para el público más infantil y exigente pergeñado por los galos Joann Sfar y Emmanuel Guibert, dos de las principales figuras de la llamada Nouvelle BD.