lunes, 6 de diciembre de 2010

Novelas gráficas de los cinco continentes




Que el lenguaje del cómic es desde hace tiempo un vehículo capaz de conducir con brillantez cualquier tipo de narración es un hecho de sobra probado. Lo que no es tan conocido es la gran expansión de la novela gráfica a través de todo el Planeta. Este artículo pretende presentar algunos de los títulos más significativos que, publicados en nuestro país en los últimos años, nos han llegado desde los cinco continentes. Narraciones secuenciales en viñetas que aportan una visión nueva y fresca de la historia de países remotos y cercanos a través de autores en su mayor parte desconocidos para el gran público.

En África nos encontramos con la guionista marfileña Marguerite Abouet y el dibujante francés Clément Oubrerie, autores de la premiada serie Aya de Yopougon (Norma, 2006 -), donde muestran la vida cotidiana de Costa de Marfil de una forma amable, cercana y sin estridencias. Muy interesantes son sus apuntes al margen de la historia sobre la gastronomía, la moda y las tradiciones del país subsahariano. Pero también la imagen violenta, hambrienta y cruel, más difundida en los Telediarios, está reflejada, de forma descarnada, en novelas gráficas como Deogratias (Planeta DeAgostini, 2008), del trotamundos belga Jean-Philippe Stassen, y El soldado desconocido (Planeta DeAgostini, 2010), obra del guionista norteamericano Joshua Dysart junto al dibujante italiano Alberto Ponticelli y el congoleño Pat Masioni. La primera se centra en el genocidio de Ruanda y sus secuelas psicológicas mientras que la segunda lo hace en los niños soldado de Uganda y en el tráfico de armas y medicamentos.


Otra novela gráfica extraordinaria llegada del continente africano es la realizada por la sudafricana de raíces boers Karlien de Villiers. En Mi madre era una mujer hermosa (Glénat, 2007), de Villiers narra su infancia en una época marcada por la decadencia del régimen político segregacionista sudafricano que culminaría con el fin del apartheid.


Desde Asia nos ha llegado una larga serie de cómics autobiográficos de gran calidad con Persépolis (Norma, 2002-2004), de la iraní Marjane Satrapi a su cabeza.


Esta obra capital, que explica la historia reciente de la República Islámica de Irán a través de las experiencias de la propia autora, ha allanado el camino a otras más recientes como Nylon Road (Norma, 2010), de la también iraní Parshua BashiEl juego de las golondrinas (Sins Entido, 2008), de la libanesa Zeina AbirachedMetralla (Sins Entido, 2008), o de la israelí Rutu Modan.


El único hombre en ‘este mundo de mujeres’ es el dibujante chino Li Kunwu. Después de realizar durante más de treinta años dibujos propagandísticos para el Partido Comunista ChinoKunwu acaba de ver editada en España la primera entrega de su trilogía Una vida en China (Astiberri, 2010), el relato de su vida en forma de novela gráfica, que ha pergeñado junto al guionista P.Ôtié

Claro que hay otras obras destacadas que tienen como escenario Asia, como El fotógrafo (Glénat, 2003 - 2007), de Emmanuel Guibert, Didier Levebre y Frédéric LemercierNacida en cualquier parte (Glénat, 2002), de la autora taiwanesa de padre sueco y madre francesa Johanna Schipper; Kabul Disco (Ponent Mon, 2007), de Nicolas Wild; y Shenzhen, Pyongyang y Crónicas Birmanas de Guy Delisle (todas en Astiberri). 


La gran diferencia respecto a las más arriba mencionadas estriba en el origen occidental de sus autores ya que el patrón suele ser el mismo: experiencias vitales que sirven para introducir de forma didáctica una visión geopolítica de, en este caso, Afganistán, Taiwán, China, Corea del Norte Birmania.


Japón, donde el manga es un auténtico fenómeno cultural de masas, nos ha acercado muy recientemente su cultura gastronómica con El gourmet solitario (Astiberri, 2010), de Jiro Taniguchi Masayuki Kusumi, a través de una obra que recuerda por su temática a Atrévete con el sushi (La Cúpula, 2005) de Isabel Kreitz y Junko Iwamoto. Una vida errante (Astiberri, 2010), de Yoshiro Tatshumi ilustra, en cambio, la historia del Gekiga, subgénero del manga considerado el origen de la actual novela gráfica.


Llegados a Europa nos encontramos con Brancaccio (Norma, 2009), de Giovanni di Gregorio y Claudio Stassi, que denuncia el miedo de un barrio siciliano bajo la tiranía de la mafia y de la omertá, su tristemente célebre ley del silencio. 


Y con Macedonia (La Cúpula, 2009), del guionista norteamericano Harvey Pekar (American Splendor) - quien firma la historia junto a la protagonista Heather Roberson - y del ilustrador Ed Piskor, un viaje a este poco mediático país nacido de las cenizas de Yugoeslavia.


De Polonia llega Marzi (Norma, 2010), del dibujante Sylvain Savoia que ilustra la infancia de su compañera Marzena Sowa en la época de la Guerra Fría.


En Brasil nos encontramos con Negrinha (Norma, 2010), de Jean-Christophe Camus y Olivier Tallec, la historia de otra niña, ésta carioca, que por su piel clara no parece hija de su madre, una sirviente negra que trabaja en una familia acomodada de Río de Janeiro.


La enfermera rural (Astiberri, 2010), del canadiense Jeff Lemire, nos lleva a un perdido rincón del Canadá, casi tan perdido como Hicksville (Astiberri, 2010), el pueblecito neozelandés que da título al cómic de Dylan Horrocks.


Para terminar dos obras que recogen los apuntes viajeros de dos dibujantes: Havanna (Carlsen, 2008), del alemán Reinhard Kleist Cuaderno de viaje (Astiberri, 2006), del canadiense Craig Thompson (Blankets).