domingo, 17 de mayo de 2009

Calle de la estación, 120 (Norma, 2009)











Calle de la estación, 120
Jacques Tardi, Léo Malet
Norma, 2009
192 páginas, blanco y negro
22 euros
ISBN: 978-84-9847-872-3

En 1980, cuando Jacques Tardi visitó al escritor Léo Malet (Montpellier, 1909-1996) para proponerle adaptar una de las novelas del detective Nestor Burma al lenguaje del cómic, se encontró con un viejo escritor cascarrabias que rechazaba la historieta como expresión artística. Malet, uno de los grandes de la Polar, término con el que se conoce en el país vecino país a la novela policíaca, era un personaje singular quien, antes de convertirse en autor de éxito gracias a obras como Johnny Metal (1941) o Los nuevos misterios de Paris - serie de 15 libros protagonizada por el fundador de la agencia de detectives Fiat Lux -, había sido repartidor de periódicos, chanssonier de cabaret y artista surrealista amigo de André Breton.
A pesar de sus reticencias respecto al Noveno Arte, Malet dio carta blanca a Tardi para adaptar Niebla sobre el puente de Tolbiac. El resultado final sedujo de tal forma al escritor que, desde aquel momento, encargó las portadas de las posteriores reediciones de sus novelas al dibujante.
Aunque Jacques Tardi (Valence, Francia, 1946), figura emblemática del cómic francés, ha pergeñado como autor completo obras de gran mérito - Adiós, Brindavoine, la serie de Adèle Blanc-Sec o La Guerra de Trincheras, trabajo dedicado a la I Guerra Mundial, una de las grandes obsesiones personales de este antimilitarista furibundo -, el historietista es un consumado especialista en ilustrar historias ajenas. Entre la extensa lista de autores con los que ha colaborado destacan Manchette (Griffu), Daeninckx (La última guerra, El soldado Varlot); Vautrin (El grito del Pueblo) o Forest (Ici Même), entre otros. Pero pocas colaboraciones han sido tan interesantes como las ofrecidas por el tándem Malet – Tardi: Niebla sobre el puente de Tolbiac (1982); Calle de la estación, 120 (1988); Una resaca de cuidado (1990); Reyerta en la feria (1996) y ¿Huele a muerto o qué? (2000).
En Calle de la estación, 120, álbum recientemente reeditado en lujoso formato por Norma Editorial, el agudo detective se encuentra prisionero en un Stalag, campo de refugiados, durante la II Guerra Mundial. Allí, un misterioso hombre amnésico le gritará en su lecho de muerte una dirección, la misma que su colaborador le repetirá justo antes de morir acribillado, meses después, en la estación de Lyon. Así se inicia un sólido argumento que atrapa al lector desde la primera página.
Gracias al peculiar trazo de los dibujos en blanco y negro y a la perfecta documentación sobre el momento histórico y sus escenarios, algo característico de la escuela franco-belga, los paisajes urbanos se convierten en los verdaderos protagonistas. Porque al Tardi ilustrador lo que le priva es mostrar, sin perder vigor narrativo, a Néstor Burma, su secretaria Hélene, al periodista Covet y al comisario Farroux como simples figurantes en esa ambientación magistral rebosante de una melancólica vuelta de todo, en una ficción donde parece que siempre está lloviendo.